¿Quién inventó el do re mi fa sol la si?

Guido de Arezzo es uno de los músicos que dieron forma y estructura a la música.

El origen de las notas musicales –Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si-, como se conocen hoy en día, se debe a Don Guido D’Arezzo, monje benedictino, teórico de la música y figura central en la música medieval.

El origen del nombre de Notas Musicales

Música, música, escuchamos música, tocamos música, respiramos música, esa sucesión de acordes, de notas, A,G,E … pero … ¿alguna vez te has preguntado de dónde viene el nombre de las notas?

He aquí una historia muy corta, así que viajemos en el tiempo al siglo X, donde un monje benedictino llamado Guido d’Arezzo fue quien -según la historia- dio su nombre a las notas musicales.

El origen de las notas musicales

Guido d’Arezzo es conocido como el padre de la música occidental por las grandes aportaciones que hizo en este campo. Uno de los acontecimientos más importantes de la música es el surgimiento de la notación musical en la Edad Media.

En aquella época, las notas musicales se denominaban por las primeras letras del alfabeto: A, B, C, D, E, F, G (empezando por la actual nota la). Además, se cantó un himno llamado Ut queant laxis, en honor a San Juan Bautista. Este himno se caracterizó por el hecho de que cada frase comenzaba con una nota más alta que la anterior.

Origen de las notas musicales

Las notas musicales más antiguas que se conocen proceden de la India y corresponden a ciertos himnos védicos del 700 a. Era un sistema detallado y complejo que comprendía algo más de trescientos símbolos musicales basados ​​en el alfabeto indio, cada uno de los cuales representaba una serie de notas.

A este sistema de entonación lo llamó solmización, y en sustitución del anterior sistema que nombraba las notas según a las primeras letras del alfabeto (A, B, C, D, E, F, G).

Posteriormente se llamará teoría musical, y fue el primero en elaborar una aproximación a la notación actual, asignando nombres a las seis primeras notas y utilizando la notación dentro de un esquema de cuatro líneas (tetragrámaton), y no solo uno como se hacía anteriormente. D’Arezzo utilizó este sistema para la enseñanza de la música y pronto se hizo muy popular. Su sencillez hizo que el mismo Papa ordenara su inmediata introducción en las escuelas eclesiásticas de música.

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