¿Qué calibre de cuerdas usó Gustavo Cerati?

Desde aquella incendiaria presentación de Hendrix en el mítico festival de Monterrey en 1967, la guitarra eléctrica se convirtió en un instrumento enigmático, un ente femenino que podía ser azotado y tocado de manera enfermiza sin perder esa condición de placer, ese arte de amar con salvajismo.

Grandes guitarristas del rock iberoamericano han sabido amasar esa cólera de manera especial. Juan Valdivia (Héroes del Silencio), Alejandro Markovich (Caifanes), Santana , Ricardo Mollo (Divididos), Spinetta, Angel Parra (hijo) y Gustavo Cerati son algunos de los tantos que aterrizan en mi memoria, siendo Gustavo un caso puntual y diferente .

¿Por qué Brian May construyó la Red Special?

Era 1963, Brian May en ese entonces tenía 16 años y tocaba una guitarra acústica que le habían regalado a sus padres, que aún hoy conserva. Pero para tocar la música que él quería necesitaba una guitarra eléctrica. Actualmente, su familia no contaba con el dinero para poder comprar una guitarra Fender Stratocaster o una Gibson Les Paul.

Harold May, el padre de Brian, era ingeniero electrónico y un gran constructor, un verdadero artesano. Por lo que padre e hijo conversaron sobre construir una guitarra eléctrica ellos mismos. Brian cuenta incluso que dijeron: “Tal vez podemos hacer algo mejor de lo que alguien haya hecho jamás”. De esta manera, ambos comenzaron un proyecto ambicioso, que cumplen con los propios requisitos de Brian y que fueron de máxima calidad y con conceptos vanguardistas. Así, fue que la Red Special se construyó única en su especie. El proceso de construcción tomó alrededor de un año y medio, comenzando en agosto de 1963, terminando en 1964. Veamos la fascinante historia de guitarra de Brian May, la Red Special.

¿Qué significa el nombre soda?

El trío compuesto por Gustavo Cerati (guitarra y voz), Héctor Zeta Bosio (bajo y coros) y Charly Alberti (batería), comenzó combinando estilos como rock, ska y reggae, para luego inclinarse más hacia el pop roca.

Rock

Del calor de las masas al despegue solista

Los 90 marcaron la consagración indiscutible pero también el final de Soda Stereo. Entre la experimentación y el hit imperecedero, Cerati comenzaba a dar vida a sus colaboraciones y proyectos individuales en la década más frondosa de su obra. Por: Joaquín Vismara

Con la llegada del cambio de década, la reconfiguración sonora era casi una obligación implícita para los propios integrantes de Soda Stereo. Durante sus primeros cuatro discos, el trío había perfeccionado una máquina hacedora de hits instantáneos, pero en el periplo había perdido parte de su espontaneidad. No es casual, entonces, que Canción Animal sea el disco que le sigue a Doble Vida en la línea cronológica: después de un trabajo impoluto, aliñado y en sintonía con su propia época, a Soda Stereo no le sobrará otra que dejará de querer buscar sólo “la cosa nueva” y trazar un puente entre pasado y presente. Grabado en los estudios Criteria, de Miami, el disco desborda de cimbronazos guitarreros que dejan en claro que Gustavo Cerati no sólo era uno de los mejores alumnos de los padres fundadores del rock local (Pescado Rabioso, Vox Dei, Color Humano), sino que además podría poner esa ductilidad al servicio de éxitos de adhesión inmediata (Un millón De Años Luz, Hombre Al Agua, De Música Ligera). Para ese entonces, además de la colaboración tanto en estudio como en vivo del tecladista Tweety González y la percusionista Andrea Álvarez, el trío se incorporó informalmente como cuarto integrante a Daniel Melero, y su presencia fue crucial. El ex Los Encargados participó tanto del proceso creativo como también de la toma de decisiones, y su rol sería aun más determinante en la próxima discoteca. Mientras siete de sus diez canciones se convirtieron en cortes de difusión del álbum, Soda Stereo emprendió la Gira Animal, un tour de presentación ambiciosa que comenzó el 7 de agosto de 1990 en Puerto Rico y concluyó casi dos años después en Chile, en junio de 1992. En el transcurso de esos 22 meses, Soda Stereo recorrió cada rincón posible de la región y cosechó logros propios, como ser el primer grupo argentino en llenar el estadio Vélez Sarsfield, convocar a 250 mil espectadores en un show gratuito en la 9 de julio de 1991, o aventurarse a realizar catorce funciones consecutivas en el teatro Gran Rex ese mismo año. De esta suerte de residencia en la avenida Corrientes se desglosó un nuevo EP oportunamente titulado RexMix que, como su nombre lo sugería, presentó algunos remixes junto con versiones en vivo de este ciclo de conciertos. Pero había algo más allí, que parecía ser un anticipo de su necesidad de cambio. El disco creó una canción nueva, No Necesito Verte (Para Saberlo), en la que Soda Stereo miraba de cerca a la fórmula que había patentado Primal Scream en Screamedelica pocos meses antes: la amalgama de música dance con súplica góspel, sostenida por el factor común de la elevación (una por el efecto narcótico; la otra, por la súplica).

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