En la historia de la cultura, muy pocos fenómenos han tenido la capacidad de atraer y fascinar a artistas, músicos y, al mismo tiempo, a científicos y filósofos, como la conexión entre sonido y color. Cuando hablamos de esta relación nos referimos involuntariamente a un fenómeno llamado sinestesia (del griego συν- , ‘junto’, y αἰσθησία , ‘sensación’).
A pesar de que ahora estamos en condiciones de definir este fenómeno a través de un protocolo científico, este concepto siempre despertó un interés considerable en el ámbito de las artes. Las más interesantes investigaciones artísticas conciernen, sin embargo, a la relación entre el sonido y el color y los resultados obtenidos en el ámbito musical y figurativo. A lo largo del siglo XX, muchos pintores investigan la posibilidad de establecer relaciones entre estas dos formas de expresión.
Desde el arte abstracto de Klee y Kandinsky al futurismo de Pratella, Russolo y Carra, pasando por el cubismo de Picasso y Braque, para llegar, después de las experiencias de la Bauhaus, a las vanguardias de mediados del siglo XX con el arte cibernético de Schoeffer y las obras de Fischinger, hay innumerables obras que buscan la profunda conexión entre estos dos mundos expresivos.
Los antiguos griegos fueron los primeros en construir una escala de colores divididos en siete partes, en relación válida a las siete notas de la escala musical y los siete planetas conocidos y la teoría aristotélica del color que fue considerada hasta el siglo XVII. El primer artista en la historia que se ocupó de la relación entre el sonido y el color fue Giuseppe Arcimboldo (1527 -1593). A partir del sistema de Pitágoras de las proporciones armónicas de tonos y semitonos creó una escala correspondiente de valores cromáticos, utilizando tanto su sentido artístico como el método científico. Logró dividir el semitono en dos partes iguales, anticipando conceptualmente la llegada de la escala temperada. Unos cincuenta años más tarde, Atanasio Kircher elaboró unas tablas complejas que asociaron las notas musicales, los colores, la intensidad de la luz y el grado de luminosidad (Ars Magna Lucis et Umbrae, 1646). Cuatro años más tarde, en el trabajo Musurgia universalis de 1650 desarrolló un sistema que le permitió asociar los colores a los intervalos musicales.
Colores y vibraciones
Diferentes tipos de experiencias suceden en la mente de las personas con una mente estética cromada. Por ejemplo, algunos pueden ver un círculo naranja cuando escuchan el sonido de una trompeta, mientras que otros pueden encontrar el sonido de la trompeta muy „naranja“. Las personas con crestesia perciben cada sonido con una sensación colorida a través de un proceso espontáneo, nunca forzado. Este toque de color es inducido por diversas experiencias auditivas, como la música cotidiana, las palabras y/o los sonidos. Para unos es una cuestión de tonalidad y para otros es el timbre: la forma del cromo-estética depende mucho del individuo. Sin embargo, los estudios han informado que los sinestésicos y los no sinestésicos asocian los sonidos agudos con colores más claros o brillantes y los sonidos graves con colores más oscuros.
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