La música ha sido una forma de expresión desde los tiempos más antiguos de la humanidad. En la antigua Grecia, la música era considerada un arte que inspiraba a todas las actividades creativas e intelectuales. La palabra música proviene del griego «μουσική», que significa «el arte de las musas», quienes según la mitología griega inspiraban y protegían las artes. La música, poesía y danza eran entendidas como una sola unidad, pero eventualmente la música se empezó a estudiar como tal de forma independiente.
En el siglo V a.C., durante el esplendor de la Grecia clásica, Atenas se convirtió en el centro de artistas y la música se realizaba mediante los «ditirambos», composiciones poéticas que combinaban la música y la danza.
La música en la antigua Grecia tenía dos sistemas de notación, uno instrumental y otro vocal. El sistema instrumental estaba compuesto por quince signos derivados de un alfabeto arcaico y el vocal se basaba en veinticuatro letras del alfabeto jónico. Ambos sistemas se usaban indistintamente.
Para los antiguos griegos, la melodía y el ritmo estaban profundamente unidos a la poesía que se recitaba, por lo que la música solía ser improvisada. La lira, un instrumento musical de cuerdas punteadas originario de los griegos, se tocaba con ambas manos. También se utilizaban instrumentos como los rombos volantes, elaborados a partir de huesos, madera y otros materiales, y el tympanum, un instrumento parecido a un tambor que se sacó en Egipto y en Roma.
La música de la prehistoria, por otro lado, se refiere a la expresión musical de la que se tiene conocimiento antes de la creación del sistema de escritura. Aunque no hay un registro extenso del desarrollo de este gusto adquirido, se ha podido conocer más acerca de la música que posiblemente disfrutaban nuestros ancestros gracias al estudio de las pocas pruebas encontradas y a la comparación con la cultura de las etnias indígenas que han prevalecido.